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Yo vi nacer "Los Acantilados"


Cerca, muy cerca de Mar del Plata, apenas pasado el Faro de Punta Mogotes, cuando yo era chico - lo que no es poco decir - vi nacer poco a poco nuevos asentamientos que seguramente han crecido mucho con el tiempo.

Entre ellos, la zona que rodeaba un magnífico hotel llamado "El Castillo", un Barrio Parque para el que un "turco" llamado Farhat soñó y comenzó a ejecutar un destino muy especial. Ese hombre tenía una oficina inmobiliaria en el centro de "la Feliz" desde el que se vislumbraba el futuro en lo que recuerdo era una "maquette" que se veía a través de la vidriera.

Y el destino, siempre el destino, hizo que mi padre con su empresa constructora "Joaquín A. Galatro SRL" fuera convocado a construir los primeros chalets. Así que varios años de mi infancia tuvieron mucho que ver con ese barrio naciente y con la gente que tuvo la dicha de tener su casita de verano allí.

Mi amigo de la infancia y la juventud Tito Fossati, reaparecido milagrosamente en mi vida hace muy pocas semanas gracias al Facebook y a los mails, me hizo recordar ese barrio al mencionar la Capilla que también construyó mi padre casi al tiempo de mi traslado a La Plata para estudiar en la Facultad.

De pronto, una cascada de recuerdos, algunos muy vívidos y claros, otros pugnando por asomar como si sintieran que el tiempo que me queda pudiese dejarlos fuera, se dejó caer desde un lugar desconocido de mi memoria con una fuerza insospechada.

Las imágenes de los Portioli, los Ciaschi, los Limongi fueron las primeras en llegarme, combinadas con la de mi compañero Pérez cuyo padre era ¿casualmente? el dueño o administrador del hotel citado. Sus rostros, anécdotas de mis días en el parque mientras se hacía su chalet primero y luego cuando ya pasaban sus veranos allí y nosotros (mi padre, mi madre y yo) éramos frecuentes invitados a compartir alguna comida (por ejemplo, los maravillosos cappelletis de Lina) para antes y después, larga escalera de piedra mediante, disfrutar la playa enorme con el mar al frente y las altísimas rocas detrás.

Cada nombre que mencioné abre capítulos de mi historia personal que tenía guardados desde hace décadas y que ocasionalmente mencionaba como de paso. El día que mi padre me robó su auto para enseñarme que yo no era tan "vivo" como para cuidarlo si dejaba las llaves puestas y me quedaba conversando en alguna casa. O cuando se lo dejé manejar a Bruno, un muchacho italiano amigo de los Portioli, que era algo sordo pero, lo que es más grave, lo condujo con ojotas, una de las cuales se enganchó bajo el acelerador y casi nos matamos.

Ya iré desgranando recuerdos de este nuevo racimo. Después de casarme regresé por allí y todo era mucho más deslumbrante, con centenares de casas, con un Golf Club que ya es famoso.

Será una excusa más para mantener estos diálogos que van tejiendo lazos entre nosotros y afirmando "amistades" virtuales que el tiempo hará, en muchos casos, amistades (sin comillas).

Hasta la próxima
Daniel Aníbal Galatro
danielgalatro@gmail.com
Esquel - Chubut


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