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Personaje especial: Enrique Egea - por Daniel Galatro
Hace unos cuantos años, décadas ya, tenía un programa radial en una FM ensenadense llamada "Frontera". Y como lo hacía habitualmente, para un sábado en que se emitía mi sencilla propuesta, escribí un texto a integrar esa semana.
Acabo de encontrarlo entre otros antiguos papeles que elegí guardar quién sabe por qué. Y decidí transcribirlo aquí, también quién sabe por qué.
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Todavía me sorprende la cantidad de gente que escucha este programa. Y menos me sorprende la cantidad de gente que no sabe ni que existe. Te diría que hay más de seis mil millones de personas en el mundo que no escuchan "La Frontera del Sábado", así que, si te guiás por las encuestas, apagá la radio. Porque hay un número más o menos parecido que no sabe quién es Marcelo Tinelli, ni Susana Giménez, ni Carlos Menem.
Sin embargo, hay como dos mil o tres mil millones de personas que saben quién es Diego Maradona, quién es Mónica Lewinsky, quién es Boris Yeltsin. Así que, si te guiás por las grandes mayorías, esperá a que Diego, Mónica y Boris aparezcan por televisión conduciendo algún programa internacional en el que regalen cosas, sobre todo si aseguran que están colaborando con alguna obra de bien público con un cachito del producido de las llamadas.
Aquí nos ocupamos principalmente de Ensenada, o mejor, de los ensenadenses. Y por simpatía, como aprendimos que se propagan algunos incendios, de los berissenses y de los platenses. Y elegimos cada sábado alguno de ellos para postularlo como "el personaje de la semana", no porque haya hecho algo particular esta precisa semana, sino porque lo elegimos una vez por semana. ¿Catás?
Para hoy, y no debe ser la primera vez ni será la última, un ensenadense fallecido hace poco que marcó mi vida y la de muchos otros que lo conocieron.
Una vez me preguntaste por qué una calle de cada proyecto propuse que se llamara "Enrique Egea". Vos no sabés quién era Enrique Egea. Te voy a contar un poco.
Delgado, no muy alto, anteojos de gran aumento, bigote destacado por épocas, fumador más que empedernido, Enrique provenía de los niveles de pobreza más extremos de los años 30, aunque quizá no fuera él uno de esos tan pobres. Sí lo eran muchos, la mayoría, de quienes lo rodeaban, y Enrique asumió sus problemas, angustias, esperanzas y anhelos, por encima de los propios.
Toda su vida fue una preparación para cambiar el mundo. Y el comunismo parecía ser la vía más propicia. Pero, a diferencia de los comunistas argentinos que he conocido, Enrique no se limitaba al discurso resentido y a la proyección de un discurso vacío proponiendo una posibilidad de vida mejor.
Enrique, empleado de comercio, cajero de la vieja Cooperativa, sindicalista, estudioso, ayudó cada día a alguien a resolver un problema. Un alguien de su familia más cercana y amada, un alguien desconocido presentado por un amigo.
Y Enrique Egea, con quien compartí diagnósticos pero no los tratamientos que él proponía, con la humildad casi exagerada que siempre lo caracterizó, me enseñó un par de cosas fundamentales. Yo lo veía como otra imagen de mi padre porque eran parecidos físicamente y espiritualmente. Entonces l escuché cuando me dijo:
"Vea, Galatro. Daniel, si me permite. Ser un simple ciudadano es algo muy importante. Los simples ciudadanos somos el origen de la sociedad y su causa final. Los simples ciudadanos somo los dueños de todo, y los políticos son los circunstanciales administradores de nuestros bienes. Ser un ciudadano no es poca cosa. Cuando lo comprendamos todos, las cosas van a cambiar para mejorar."
Enrique Egea me enseñó mucho más que ésto, aunque ésto hubiese bastado. Me llevó casi 20 años comenzar a poner en práctica esa enseñanza, y cada día compruebo que tenía toda la razón.
Enrique Egea hizo muchas cosas por Ensenada. Preguntá, y muchos te van a contar cómo era y cuánto valía.
La magia de la vida hizo que cuando buscábamos un local para la Asociación que haría algo de lo que él predicaba apareciera como ideal y accesible el que hoy ocupamos, nada menos ni nada más que el de la casa de Enrique Egea. ¿Casualidades? No lo creo. Por eso propuse para una calle del Barrio que proyectamos el nombre de Enrique.
Por eso también hoy tuve el gusto y la emoción, agridulces porque él no está, de decirte que Enrique Egea, además de personaje de mi vida, tiene el derecho indiscutible de ser el personaje que podía elegir para vos esta semana.
Daniel Galatro
"La Frontera del Sábado"
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