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Desarmando el arbolito navideño



Acabo de quitar el arbolito de su sitial privilegiado en nuestro hogar. Después de lo que me aconteció allá por Enero de 2009, es la cuarta vez que veo transcurrir las Fiestas luego de que parecía que las del final del 2008 habían sido las últimas con mi presencia física por este lado de la Gran Frontera.
Y tiene ese sabor adicional que hace más valioso ese sencillo acto de desarmar un arbolito que uno sabe que tiene, para el que lo asuma así, solamente un valor simbólico.

En pocos días más, junto a Daniela, mi hija del alma que cumple sus 23, yo celebraré mis 4. Porque quizá también fue por su llamada que me lo pedía, que ocurrió ese milagro de volver a la vida (o algo muy similar). Y estaremos como siempre muy juntos aunque kilómetros y kilómetros nos separen.

Y digo "también", porque mi amada Olga sufrió ese tiempo de terapia intensiva, coma inducido, malos pronósticos y demás poniendo su inmenso corazón y su inmensa fe en mi lecho de enfermo para que todos los milagros ocurrieran.

Acabo de desarmar una vez más el arbolito. Lo que para la mayoría no es un suceso importante en su vida, que haya podido armarlo junto a Olga, contemplarlo cada día a su lado, y finalmente quitar cada uno de sus elementos fue una especie de ritual de agradecimiento a Olga que hizo mucho más de lo esperable, a Daniela que sabía que yo no le iba a fallar, a profesionales y no profesionales de un Hospital que me dio todo lo podía y sabía darme, a amigos y desconocidos que no vacilaron en donar su sangre para que yo pudiera luchar mejor contra esa adversidad, a amigos y desconocidos que sumaron cadenas de oración en todas las religiones, a Dios con quien creo haber estado...

Acabo de desarmar una vez más el arbolito. Tiempos del "bonus track" que recibí y que intento cada día que resulte valioso para mí, para mis amores cercanos, para mis amigos que sé que tengo, para mis enemigos que no lo sé pero quizá también tenga, para mis conocidos, para los desconocidos que lean estas líneas y para los que jamás lleguen a leerlas.

Mi vida anterior, la que murió y renació en Enero del 2009, fue apasionante, con altibajos que la hicieron digna de ser vivida. Mi vida de hoy, más calma, más coherente con mi edad y mi experiencia, es hermosa, tan hermosa como las montañas que veo a través de la ventana en este Esquel, un lugar muy bello, en el que jamás en mi vida anterior hubiera sospechado que iba a vivir.
Tal vez, como mi madre me enseñó de pequeño, es ese paso previo al paraíso en el que me depositaron para que fuera disfrutando de a poco maravillas mayores.

¿Quién sabe? Quizá una de las tareas para cuya realización regresé fue desarmar el arbolito navideño un 8 de Enero de 2013 y contarte qué bello es vivir. Para que disfrutes cada día de tu vida con todo lo que trae aparejado.

Un saludo afectuoso

Daniel Aníbal Galatro
Esquel, Chubut, Argentina
danielgalatro@gmail.com

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