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Facundo Cabral - su autobiografía y algunos recuerdos de un heredero



12 de marzo de 1932: Sara accede a los requerimientos de Rodolfo.

22 de mayo de 1937: Nace Facundo, quinto fruto de los juegos amorosos que sobre la hierba ejecutaron Sara y Rodolfo.

14 de julio de 1942: Rodolfo pierde el camino de regreso al hogar para que Facundo tenga que salir a la calle, precario escenario donde se ejecutan las terribles pero bellas fábulas de la vida, metáfora preferida de Dios (en ese deambular en busca de lo mínimo para sobrevivir, llega al 17 de noviembre de 1946, día en que se acerca a Perón para pedirle un trabajo que lo lleva con su madre y sus hermanos a Tandil, de ahí en más principio y fin de todas sus travesías).

Cantando de pueblo en pueblo, y no teniendo mas remedio que crecer, llega al 28 de abril de 1972 en que pone en práctica, el "abandona tu tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te indicaré; hare de tí una gran nación, te bendeciré y por ti se bendecirán todos los pueblos de la Tierra" que Dios ordenó a Abraham (desayuna con Juan Rulfo, medita con los derviches mendicantes de Teherán, canta con los gitanos del Mar de Cortez, estudia los juegos de las estrellas con los beduínos del desierto de Negev, almuerza con Rafael Alberti, descubre a Cioran, a Alvar Aalto, al Popol Vuh y al Eilat del Mar Rojo, escucha a Krishnamurti en el Valle de Ojai, redescubre a Octavio Paz, a Macedonio Fernández y a la milonga, árido y austero ritual sureño que lo trae de vuelta a la Argentina).

10 de diciembre de 1983: llega la democracia para hacer justicia, es decir parar juzgar al Camps que encierran para que Cabral pueda volver a pasear por la Argentina donde termina este Paraiso a la deriva donde confirma que buscar a Dios es encontrarse con uno.

Facundo Cabral 
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Fui parte activa en la presentación de "Paraíso a la Deriva" en la Librería Contemporánea y en el Centro Cultural de 7 y 50, ambos en la ciudad de La Plata. Ese día de convivencia con Facundo, con su creo que aún era novia Silvia - recién recibida de médico o por ahí - y con el hoy famoso empresario que era por entonces su representante, me dio una catarata de pequeñas anécdotas que podrían conformar un libro, pequeño pero libro al fin. Será para otro momento hablar de eso porque hoy el tema es Facundo, que dio el salto final que lo lleva a convertirse en luz para siempre.

Facundo nunca llegó a ser Maestro espiritual pero sí fue uno de los mejores alumnos de un puñado de verdaderos maestros a los que buscó y encontró por el universo. Y luego nos transmitió esos conocimientos para hacernos partícipes de la sabiduría que el mundo acumuló durante siglos y siglos.
Algo así como un "jefe de trabajos prácticos" de cátedras guiadas por profesores de la vida como Ghandi, Borges, la Madre Teresa, y muchos más de ese nivel que desborda largamente lo terrestre.

Cuando él tomó mi ejemplar del libro y bajo un pensamiento mío escrito en la primera página - seguramente digno de una mirada compasiva por carecer de alguna pretendida esencia pero que Facundo leyó con sumo cuidado y rubricó dibujándome una imagen de Jesús con una margarita asomando de sus cabellos, abrió de un puntapié una nueva puerta en mi mente y en mi alma para que ya no fueron nunca iguales.

¿Qué hice yo por él a cambio? Creo que algo no pequeño entre otras muy pequeñas cosas. Fui hasta la puerta de calle y traje de mi mano a un amigo de entonces, don Cipriano Reyes, lo acerqué a Facundo que seguía firmando y firmando libros para sus cientos de admiradores que desbordaron largamente la vereda de 49 entre 10 y 11, y los presenté. Para ambos fue el comienzo de una relación que se mantuvo por años.

Ahora Dios puso un arma en cualquier mano, un acompañante elegido junto a Facundo, y la oportunidad de que el hombre de la paz estuviese en el camino del proyectil, en una acción diseñada desde el comienzo de los tiempos. Y así nosotros decimos hoy con dolor que nuestro amigo del alma, el de millones de humanos, murió. Aunque como él decía, la muerte es lo mismo que la vida pero sin el cuerpo.

Se liberó de lo que algún otro amigo llamara "la chatarra" y ahora vuela libre, vuela bajo, donde está la verdad, algo que él aprendió y nos recomendó que aprendiéramos también, aunque suponía en algunos momentos que los hombres no aprenderemos eso jamás.

Soy uno de los herederos de la fortuna de Facundo Cabral. Y vos también podés serlo, si querés. Basta con que recojas algo de lo que él sembró y lo cultives para que dé frutos con un solo compromiso: distribuir esos frutos entre los que amas, pero más aún entre los que odias; entre los que te aman, pero más aún entre los que te odian. Porque es así de simple y de gigantesco. Y recomendándoles que hagan lo mismo. Por amor al prójimo, al próximo, a todos los próximos que vivimos en este mundo que ya no será igual porque ahora no está Facundo. Pero entre todos sus herederos podremos hacerlo un poquito mejor.

No deseo que descanse en paz, porque seguramente ya lo venía haciendo desde hace años y así continuará existiendo, en el universo infinito y en la finitud de nuestros corazones.

Daniel Aníbal Galatro
11 de julio de 2011
Esquel - Chubut - Argentina

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