Conceptos que son residuales de antiguas formas de pensamiento que consideran que la mujer y los hijos son una "posesión" más del hombre y por tanto tiene derecho a hacer con ellos lo que considere digno, justo, equitativo y saludable, han permitido que en una enorme mayoría de países se vea al golpeador como alguien con quien "no hay que meterse".
Curiosamente, este criterio es independiente de niveles sociales, razas, religiones, etc. La violencia doméstica, especialmente la ejercida por el "jefe de familia", continúa en aumento al tiempo que la "masculinidad" decrece. Y ambas cosas seguramente tienen raíces sicológicas comunes en muchos aspectos.
¿Qué es un "golpeador"? Los expertos han comenzado a considerarlo no como un problema "hogareño" sino como un verdadero problema social.
Seguramente van descubriendo en esos individuos una potencialidad agresiva que comienza en el seno del hogar sometiendo a sus indefensos familiares pero que en muchos casos irá ampliando sus objetivos a personas que no viven con él pero en los que detecta una similar incapacidad defensiva sobre la que puede avanzar. Esto confirma la cobardía implícita en este tipo de daños físicos o morales. Nunca enfrentan a iguales sino sólo a quienes consideran inferiores.
Ante quienes no se atreve a exhibir su violencia innata se muestra como buen padre, buen esposo, buen vecino, etc., lo que se ha mostrado en forma excelente en un film llamado "Cara de ángel" porque ésta es su apariencia frente al mundo que no puede someter. Tanto es así que la mayor parte de quienes creen conocerlo no pueden aceptar la realidad cuando los afectados se la transmiten.
Nadie ayuda al "golpeado". O quizá unos pocos intentan hacerlo sin resultados importantes. Es por eso que, en muchos casos, el final es dramático y conlleva un grave daño o hasta la muerte de uno o más "golpeados", cuando no la eliminación física del golpeador por acción de sus víctimas.
Pero hemos planteado que el tema es aún más grave que esto. Porque quien golpea dentro del hogar, físicamente o moralmente, irá avanzando en el tiempo apoyándose en su impunidad para violar a su esposa, a sus hijos, a todo indefenso que se ponga a su alcance, lo que en realidad comienzó a hacer con su primera agresión.
Sabe que la sociedad muy difícilmente lo considerará peligroso porque sus vecinos y conocidos creerán suficiente protección el "no te metas" que aplican. Y hasta buscarán excusas para el golpeador-violador alegando que sus víctimas habrán hecho algo para merecer su agresión.
Por eso, amigos, es tiempo de considerar a cualquier golpeador como un peligro social. Si es capaz de superar vallas culturales y así puede someter y lastimar a su propia familia, es posible y altamente probable que en cualquier momento amplíe sus límites. Entonces someterá a otros seres humanos a situaciones similares. Y vendrá a sus casas a atacar a los hijos de ustedes, sus vecinos.
Es un enfermo, seguramente. No puede controlarse y por eso tiene espasmos de arrepentimiento, de prometer cada vez que no lo volverá a hacer, sinceros durante esos breves momentos en los que la enormidad de sus acciones lo hizo asustarse de ellas. Pero serán espasmos breves, porque volverá a hacerlo, y cada vez será peor. Y si es un enfermo que puede dañar tan gravemente a sus prójimos debe ser apartado de la sociedad por leyes que comiencen a aplicarse sobre sus actos cuando se manifiesta como golpeador, sin esperar un hecho dramático como provocar lesiones graves o la muerte por intentar violar el cuerpo o el alma de su esposa, de sus hijos o de los de sus vecinos.
Entonces, protejamos nuestros hogares, nuestras familias, nuestros amigos y nuestros vecinos denunciando estos seres "perversos" en el momento en que comiencen a manifestar eso que, años atrás, considerábamos una "tara mental". Dejemos de llamar "golpeadores" a los que en realidad son "violadores" y juzguémoslos como tales.
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