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El Wincofón y los discos de pasta


La publicidad en la TV blanco y negro nos mostraba una fiesta juvenil interrumpida por un corte inesperado de energía eléctrica. Todo estaba oscuro y triste, y en la penumbra se veían los rostros desconsolados de muchachos con pantalones oxford y chicas con su cabello endurecido por el spray. Eran los años 50 ó 60.
De pronto, la luz se enciende, todos sonríen un uno de ellos dice:"¡Volvió la luz! ¡Ya anda el Wincofón!".

El Wincofón. Una marca registrada de una época en la que los discos, primero de pasta y luego de vinilo, marcaban, junto al cine hollywoodense, características fundamentales de esos años felices.

En casa teníamos un "tocadiscos" idéntico al Winco pero de otra marca. Recuerdo que me habían dicho que era un convenio que entre los dueños originales habían hecho cuando se separaron: ambos podrían seguir fabricando el producto. Creo que el nuestro se llamaba "IMEfón" o algo así.

Apenas mi padre compró el aparato, mi madre fue a un negocio a la vuelta de casa y adquirió "de una" cuarenta álbumes cada uno conteniendo 10 discos comunes y tres o cuatro álbumes más con los "long plays" de aquella época, discos similares pero de mayor diámetro y, por tanto, mayor duración.

De pronto, mi casa se llenó de D'Arienzo, Lolita Torres, Antonio Tormo, Bill Halley, Troilo, Gardel, Gagliardi, Lily Pons, los Chalchaleros, y muchos más. Y se hizo del living algo así como una fuente de música que parecía inagotable.

El Winco, que no era Winco pero que era como si lo fuera, tomó la jerarquía de punto central de mi hogar. Y podíamos poner unos cuantos discos porque era automático y, colocando varios sobre el eje, "caían solos".

En cada hogar había uno. Batió récords de venta y todavía recuerdo cuando pasó el aparato "un millón" que la gente había comprado. ¡Y seguía comprando!.

Cuando años más tarde llegó la televisión a casa, mi mente creadora hizo caso omiso de los gritos de mi madres y planificó un "combo" uniendo la radio de la cocina con el Winco y con los parlantes del nuevo aparato. De ese modo, mi madre esperaba en la cocina hasta que por la radio se podía oír que comenzaba "El amor tiene cara de mujer" e ir a verlo sentada en el comedor. O ponía algo en el tocadiscos y lo escuchaba en la cocina por la radio, o por los parlantes del televisor.

Y una vez conecté el teléfono al tocadiscos y entonces nos reuníamos para hablar con alguien utilizando el amplificador que nos permitía que todos oyéramos la voz del que estaba del otro lado de la línea.

Eso me permitía vengarme de los que me decían: "Pero ése no es Winco... es de otra marca...", porque se sentían apabullados por el despliegue electrónico que los recibía en casa desde que entraban por la cocina, con la música en la radio, los seguía al living con el tocadiscos y los arrojaba en el comedor con los mismos sonidos saliendo por el televisor.

En tus años de niño y de joven, ¿tenías un Wincofón?

Daniel Aníbal Galatro
danielgalatro@gmail.com
2/1/2013

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